Continúa la publicación del escrito de la Internacional Situacionista titulado Sobre
la miseria de la vida estudiantil considerada bajo sus aspectos económico,
político, psicológico, sexual e intelectual
Pero la miseria real de la vida cotidiana estudiantil, encuentra su
compensación inmediata, fantástica, en su principal opio: la mercancía
cultural. En el espectáculo cultural, el estudiante encuentra de forma natural
su lugar de discípulo respetuoso. Cercano a su lugar de producción sin nunca
tener acceso a él -el Santuario le está prohibido- el estudiante descubre la
"cultura moderna" como espectador-admirador. En una época en que el arte
está muerto, el estudiante continúa asistiendo con fiel asiduidad a los
teatros y cine-clubs, y sigue siendo el más ávido consumidor de su cadáver
congelado y distribuido bajo celofán en los supermercados, por los guardianes
de la abundancia. Participa sin reserva, sin segundas intenciones y sin
alejamiento. Es su elemento natural. Si las "casas de cultura" no
existieran, el estudiante las habría inventado. Este verifica perfectamente los
análisis más banales de la sociología americana del marketing: consumo ostentatorio,
establecimiento de una diferenciación publicitaria entre productos idénticos en
la nulidad (Pérec o Robbe-Grillet; Godard o Lelouch).
Desde que los "dioses" que producen u organizan su espectáculo
cultural se encarnan en escena, él es su principal público, su fiel soñador. De
este modo, asiste en masa a sus demostraciones más obscenas; qué otro que no
sea él llenaría las salas cuando, por ejemplo, los curas de las diferentes
iglesias exponen públicamente sus diálogos sin límites (semanas del pensamiento
llamado marxista, reuniones de intelectuales católicos) o cuando las ruinas de
la literatura vienen a constatar su impotencia.
Incapaz de pasiones reales, disfruta con polémicas desapasionadas entre
las "vedettes" de la Inteligencia, sobre falsos problemas cuya
función es enmascarar los verdaderos: Althusser - Garaudy Sartre - Barthes -
Picard - Lefebvre - Lévi-Strauss - Halliday - Chatelet - Antoine. Humanismo -
Existencialismo - Estructuralismo - Cientifismo - Nuevo Criticismo -
Dialéctico-naturalismo - Cibernetismo - Planetismo - Meta-filosofismo.
En su aplicación, ese estúpido se cree vanguardia porque ha visto el
último Godard, comprado el último libro argumentista (10)" o participado en el
último "happening" de Lapassade. Ese ignorante toma por novedades
"revolucionarias", garantizadas por "label" (label: marca que ponen ciertos sindicatos en los trabajos de sus afiliados) los más
pálidos "ersatz" de antiguas investigaciones, efectivamente
importantes en su tiempo, edulcorados con la idea de negocio. La cuestión es
preservar siempre su standing cultural. El estudiante está orgulloso de
comprar, como todo el mundo, las reediciones en libros de bolsillo de una serie
de textos importantes y difíciles que la "cultura de masas" difunde a
un ritmo acelerado (11).
Solamente que no sabe leer. Se contenta con consumirlos con la mirada.
Su lectura preferida sigue siendo la prensa especializada que orquesta
el consumo delirante de los "gadgets" culturales; acepta dócilmente
sus ukases (ucase o ukase: orden gubernativa injusta y tiránica que tiene su origen en el zarismo) publicitarios y hace la referencia-standard de sus gustos. L'Express
y L'Observateur hacen todavía sus delicias, o bien cree que Le Monde, cuyo
estilo es ya demasiado difícil para él, es verdaderamente un diario
"objetivo" que refleja la actualidad. Para profundizar sus
conocimientos generales, se empapa de Planète, la revista mágica
que quita las arrugas y puntos negros de las viejas ideas. Con tales guías,
cree participar en el mundo moderno e iniciarse en política.
El estudiante, más que en ningún otro estamento, está contento de estar politizado.
Sin embargo, ignora que participa a través del mismo espectáculo. De
este modo se apropia de los miserables y ridículos restos de una izquierda que
fue aniquilada hace más de cuarenta años, por el reformismo
"socialista" y por la contra-revolución stalinista. Todo esto todavía
lo ignora, mientras que el Poder lo sabe claramente y la clase obrera de un
modo confuso. Participa, con una débil arrogancia, en las manifestaciones más
irrisorias que no lo atraen más que a él. La falsa conciencia política se
encuentra en él en estado puro, y el estudiante constituye la base ideal
para las manipulaciones de burócratas fantasmas de organizaciones moribundas
(desde el Partido llamado Comunista a la UNEF). Estas programan
totalitariamente sus opciones políticas; toda marginación o intento de
"independencia" vuelve dócilmente, tras una parodia de resistencia,
al orden que ni un solo instante ha sido puesto en cuestión (12).
Cuando cree ir más allá -como esos que, por una verdadera enfermedad de
inversión publicitaria se nombran JCR, cuando no son ni jóvenes, ni comunistas,
ni revolucionarios-, es para adherirse a palabras de orden pontifical: Paz
en Vietnam.
El estudiante está orgulloso de oponerse a los arcaísmos" de un de
Gaulle, pero no comprende que lo hace en nombre de errores del pasado, de
crímenes ya fríos (como el stalinismo en la época de Togliatti, Garaudy,
Kruchtchev, Mao) y que de este modo su juventud es todavía más arcaica
que el poder, que dispone efectivamente de todo lo necesario para
administrar una sociedad moderna.
Pero el estudiante no es un arcaísmo cercano. Se cree obligado a tener
ideas generales sobre todo, concepciones coherentes del mundo que den un
sentido a su necesidad de agitación y promiscuidad asexuada. Burlado por las
últimas febrilidades de las iglesias, se arroja sobre la antigüedad de las
antiguallas para adorar la hedionda carroña de Dios y acercarse a los restos
descompuestos de religiones prehistóricas que cree dignas de él y de su tiempo.
Apenas se osa señalarlo pero, el medio estudiantil, junto con el de las
ancianas de provincias, es el sector donde se mantiene la mayor dosis de
religión profesada, y sigue siendo todavía la mejor "tierra de
misión" (mientras que, en todos los otros sectores se ha eliminado o
expulsado a los curas), donde los sacerdotes-estudiantes continúan sodomizando,
sin esconderse, a millares de estudiantes con sus diarreas espirituales.
Ciertamente, entre
los estudiantes, hay algunos con un nivel intelectual suficiente. Estos dominan
sin esfuerzo los miserables controles de capacidad previstos por los mediocres,
y los dominan perfectamente porque han comprendido el sistema, porque lo
desprecian y se saben sus enemigos. Toman del sistema de estudios lo que tiene
de mejor: las becas. Aprovechando los fallos del control, cuya propia lógica
obliga actualmente y aquí, a resguardar un sector puramente intelectual, la
"investigación", van a llevar tranquilamente la confusión al más alto
nivel. Su desprecio manifiesto respecto al sistema va parejo con la lucidez que
les permite ser más fuertes que los sirvientes del sistema y, principalmente,
en el terreno intelectual. Estos de quienes hablamos, figuran ya entre los teóricos
del movimiento revolucionario que se aproxima. No esconden a nadie que lo que
toman tan fácilmente del "sistema de estudios" es utilizado para su
destrucción. Esto es así ya que, el estudiante no puede rebelarse contra nada
sin rebelarse contra sus estudios, y la necesidad de esta
rebelión se hace sentir menos naturalmente que en el obrero, que se rebela
espontáneamente contra su condición. Pero el estudiante es un producto de la
sociedad moderna, al mismo nivel que Godard o la Coca-Cola. Su extrema alienación
no puede ser negada más que por la negación de toda la sociedad. Esta crítica
no puede hacerse, de ningún modo, sobre el terreno estudiantil: el estudiante,
como tal, se atribuye un pseudo-valor que le prohíbe tomar conciencia de
su desposesión real y, de esta forma, permanece lleno de falsa
conciencia. Pero, en todas partes donde la sociedad moderna empieza a ser
contestada, se dan rebeliones de la juventud que corresponden a una crítica
total del comportamiento estudiantil.
Notas:
10. Sobre el "gang" argumentista y la
desaparición de su órgano, ver el opúsculo Aux poubelles de I'Histoire, difundido
por la Internationale Situationniste en 1963.
11. A este efecto no se puede recomendar demasiado la
solución -ya practicada por los más inteligentes- que consiste en robarlos.
12. Cf.: Las últimas aventuras entre la UEC y sus
homólogos cristianos con sus respectivas jerarquías, demuestran que la única
unidad entre todos ellos, reside en su sumisión incondicional a sus maestros.
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